La aguja y la pluma: herramientas culturales para construir la paz en Colombia

"Coser porque tenemos un país roto", dijo Virgelina Chará mientras arropaba el Palacio de Justicia en 2022. "Creo que soy una arquitecta de la paz. Construyo ciudades de paz", afirmó Mary Luz López durante presentación en la Feria del Libro de Bogotá (FILBO) de 2023. Ambas son víctimas del conflicto armado que han encontrado en las artes y la cultura una forma de hacer memoria, construir paz y reconciliarse con el otro.

Por Juan Andrés Romero

Después de siete años de la firma del Acuerdo de Paz con la entonces guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), las víctimas de diferentes actores armados en un conflicto de más de 50 años evocan la memoria desde las artes y la cultura. 

 Los retratos de Virgelina y Malú. Junto a ellas, la obra icónica de Tejidos Chakana para María José Pizarro, senadora de la República. Crédito: fotografías 1 y 2: Juan Andrés Romero; fotografía 3: Twitter María José Pizarro.
 

Virgelina Chará es defensora de derechos humanos y constructora de la memoria a través de la práctica de la costura. Mary Luz López es escritora y rememora el conflicto a través de sus letras. Pero no solo las víctimas utilizan las artes para construir paz. Mateo Perea, historiador, fundó Tejidos Chakana, un emprendimiento colombiano que vincula a firmantes del Acuerdo de Paz y víctimas, quienes, a través del tejido en mostacilla, crean piezas que guardan memorias y recrean historias de personajes que vivieron el conflicto.

Estas tres personas le han apostado a las artes y la cultura como método de construcción de paz.

¿Quiénes son y cómo construyen paz?

Retrato de Virgelina Chará en la Casa de la Paz. Crédito: Juan Andrés Romero

Lideresa, víctima, madre y costurera: Virgelina Chará es originaria de Suárez, Cauca, y fue nominada por un colectivo internacional de la sociedad civil al Premio Nobel de la Paz en 2005. Es lideresa de la Unión de Costurero, que ha arropado diferentes edificios públicos en Colombia. Es decir, ha sobrepuesto sobre ellos telares gigantes cosidos con temas sobre memoria del conflicto armado y defensa de los derechos humanos.  

Los arropamientos más conocidos se realizaron en el Palacio de Justicia, en el Memorial del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, en la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) y en la Cancillería de Colombia. Virgelina también fundó la Fundación ASOMUJER y Trabajo, y preserva las tradiciones de los pueblos afrocolombianos a través de la gastronomía, los cantos y las bebidas tradicionales. 

Retrato de Malú en la presentación de su libro “La guerra me hizo puta” en la Feria del Libro de Bogotá de 2023. Crédito: Juan Andrés Romero

Mary Luz López, o "Malú" como le gusta que le digan, es una mujer antioqueña con vivencias que estremecen la piel. Fue reclutada, secuestrada y víctima de desaparición forzada. Actualmente, es defensora de derechos humanos, escritora y gestora de paz y cultura. Ha creado los libros "Alzo mi Voz" y "La Guerra Me Hizo Puta", en los que presenta su historia de vida e intenta sanar su cuerpo y alma. Presentó su último libro en la FILBO 2023, donde describió su infancia. “Una niña en el campo, pero también en la ciudad. Una niña soltando los muñecos de plástico, cogiendo un fusil y luego cogiendo los muñecos de carne", expresó. Malú a través de las Casas de la Memoria en Medellín apoya a trabajadoras sexuales y a mujeres víctimas del conflicto armado y de abuso sexual. En estas casas también hace pedagogía con niños sobre la paz, para prevenir el reclutamiento. 

Mateo Perea es historiador de profesión, pero tejedor de oficio. Ha trabajado con las telas por más de 14 años, desde el tejido en hilo hasta la mostacilla. Es el fundador de Tejidos Chakana, un emprendimiento colombiano que le apuesta a la paz y a la reconciliación a través del oficio de tejer memoria. Sus piezas rememoran la historia de vida de personajes como Jaime Garzón, Carlos Pizarro, Manuel Gustavo Chacón y muchos más. "Tejidos Chakana es una iniciativa que nace desde la sociedad civil, en el año 2020, saliendo de la pandemia", según Mateo. En 2023, presentaron la exposición "Urdiendo la vida para tejer la Paz" en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación y en la Cancillería. 

Paz, memoria y reconciliación

Virgelina, Malú y Mateo son un ejemplo de cómo las artes y la cultura pueden utilizarse como herramientas para la construcción de paz y reconciliación. A través de sus proyectos, han logrado preservar tradiciones y crear espacios de diálogo entre personas con distintas experiencias.

La construcción de la paz a través de las artes y la cultura ha sido explicada desde muchas perspectivas en la academia. Todas coinciden en que hay un aporte relevante. Según el Centro de Paz y Justicia de Venezuela (CEPAZ) “el alcance social que puede tener el arte también lo convierte en una forma de generar espacios y alternativas para construir la paz”.  

Sin embargo, el uso de las artes para alcanzar un país mejor no solo se ha implementado después de la firma del Acuerdo de Paz, en 2016. En los años setenta, cuando el conflicto comenzaba a intensificarse, líderes sindicales y sociales utilizaron las artes como herramienta política. Un ejemplo de ello es la vida de Manuel Gustavo Chacón, sindicalista, líder campesino, estudiantil, poeta, músico y artesano. “Siempre hemos creído en la cultura como una forma […] de bajar el tono a la violencia. […] Por eso él era tan activo en la cultura”, afirmó María Elisa Uribe de Chacón, su esposa. Las poesías de Manuel Gustavo, añadió, no se componían con “florecitas”, sino que expresaban las vivencias y el sentir del pueblo colombiano. “Esa era una de las armas que él manejaba y por la que lo asesinaron.”

Uriel Cárdenas, profesor de la Universidad del Rosario y director del semillero de investigación Colectivo Imaginarios por la Paz, apuesta por la inclusión en las artes como un método para implementar la paz. “¿Qué pasaría si aprendemos a vivir con los otros, pero a los otros no los tratamos como medios para mis fines? Sino que valen por sí mismos, y por el solo hecho de ser seres humanos merecen todo mi respeto”, afirmó. Virgelina, a través de Unión de Costurero, promueve la inclusión social y el respeto de la comunidad. “[Aquí] viene el gay, aquí viene el negro, aquí viene el indígena, aquí viene el mestizo, viene el rico, viene el pobre, viene el militar, viene el firmante de los acuerdos, viene el exparamilitar”, dijo. 

Mateo, con Tejidos Chakana, también ha utilizado diferentes formas de expresión que transmiten un mensaje para detener el conflicto. “[Tejer es] llevar un mensaje a la sociedad, un mensaje que las víctimas, que los excombatientes, que estas poblaciones que han estado vinculadas históricamente al conflicto tienen también otras formas de expresarse”, afirmó. 

Construir la paz también implica sanar y canalizar las emociones vividas en el conflicto para llegar a la reparación y la memoria. “Muchos símbolos como esculturas, pinturas, dibujos, […] e incluso expresiones musicales han sido creados a lo largo de la historia para catalizar el impacto de los hechos violentos sobre la psique humana”, afirmó la abogada Carolina Estupiñán en artículo presentado como tesis de la maestría en Reconciliación y Convivencia en la Universidad Libre. 

Malú enfatizó la ayuda que ha tenido a través de las letras y las palabras. “Fue encontrarme con el dolor por medio de relatos, la niña, el reclutamiento, la violencia sexual. […] Es un libro que no quería escribir. Porque no quería hablar de esa mujer que tanto me duele, que aún estoy en construcción del perdón con el cuerpo. Así hice con este [indica el libro “Alzo mi voz”], cuando traje todo a mí, ya lo pude leer tranqui”. En sus libros ella también habla sobre su pareja, que hasta hoy está desaparecida, sobre la niñez y la mujer de la actualidad. Así, Malú también sana su dolor y sana a las personas que se identifican con el relato. 

Estas tres personas desde sus labores también construyen cultura de paz, que es "una batería para cargar pilas a la sociedad civil, a sus conciencias y a sus posibilidades de actuación, para rebelarse, conquistar el alma y derrotar cultural y espiritualmente a la violencia” según la Escuela de Cultura de Paz​ de España. Es decir, la cultura de paz se da cuando la sociedad apuesta por la paz en todas sus relaciones y valora la vida que “para el presente actual no es más que una oportunidad. Porque todavía no tenemos cultura de paz. Porque la cultura no es un enunciado solamente, la cultura es un modo de vida”, según Uriel Cárdenas. 

Malú, Virgelina y Mateo han encontrado en su talento una forma de sanar, reconciliarse, pero sobre todo de construir paz, memoria y cultura de paz. Lo han encontrado principalmente desde sus propias iniciativas, con poco o casi nulo apoyo institucional.

¿Hay apoyo institucional?

“No hay ningún apoyo institucional más allá de las convocatorias del Distrito”, afirmó Mateo. Sin embargo, añade que no considera las convocatorias como un apoyo, sino como una oferta cultural para toda la ciudad. Así mismo, Virgelina habla que recibió poco apoyo. “Eran las dos, era Alta Consejería y era Unidad de Víctimas que me apoyaban ahí entre dientes, pero me prestaban las sillas, me prestaban la carpa, pero bueno, lo hacían a última hora, pero lo hacían”. Hoy, después de varios arropamientos, el Gobierno Nacional, y las Alcaldías Locales se han articulado y apoyan el Costurero. 

La Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) afirmó a Rutas del Conflicto que ha desembolsado recursos para proyectos productivos de firmantes de la paz, incluyendo siete en artes y cultura. El Ministerio de Cultura respondió que ha invertido 850 millones de pesos en regiones afectadas por el conflicto, promoviendo formación, participación, becas y circulación de las artes. En Bogotá, la Secretaría de Cultura y el Instituto Distrital de Artes (Idartes) también impulsaron programas para la paz. La Secretaría benefició a 386 víctimas, mientras que Idartes tuvo siete iniciativas enfocadas en paz, memoria y reconciliación.

Además del apoyo institucional a las artes y la cultura, la exigencia que hacen Malú y Virgelina a través de sus expresiones artísticas va más allá: es la restauración de derechos.

Restauración de derechos

En Colombia se presentan múltiples problemas que afectan los derechos humanos, de acuerdo con el último informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas, del 2022. Entre estos, la desigualdad que “afecta principalmente a mujeres, personas en zonas rurales, pueblos indígenas y afrodescendientes y habitantes en condiciones de pobreza de las grandes ciudades”. 

“La magnitud de los desafíos es abrumadora: los conflictos y la violencia que han durado décadas, las desigualdades estructurales profundamente arraigadas, la discriminación y la exclusión, y la débil o inexistente presencia del Estado en muchas de las zonas rurales afectadas por los conflictos”, afirmó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, en visita a Colombia este año.

“Cuando estamos haciendo estos arropamientos, estamos en una exigencia de restauración de derechos”, afirmó Virgelina. Malú también exige restauración de derechos para ella y quienes han vivido el conflicto y han ejercido el trabajo sexual en Colombia. “Soy víctima y no voy a dejar de ser víctima hasta que a mí no se me restablezcan todos los derechos”, afirmó.

Restaurar los derechos también hace parte de la construcción de la Cultura de Paz. Desde sus proyectos artísticos, Virgelina, Malú y Mateo exigen memoria, reconciliación, paz y sanación. Mientras divulgan su arte, a través de la aguja y la pluma, permiten que más personas conozcan la realidad que vivieron y se sumen en la construcción de un país mejor.

Actualizado el: Mié, 10/04/2023 - 14:17