Las víctimas de Juan Frío buscan reconstruir su tejido social

El 27 de septiembre del 2023, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) realizó una intervención en un trapiche de la vereda La Uchema, en el corregimiento de Juan Frío, Norte de Santander, utilizado por los paramilitares para incinerar a sus víctimas. 

 

Por: Juan Carlos Granados 

Emilia Coronado, una de las habitantes del corregimiento de Juan Frío, recuerda que cuando llegaron los ‘paras’ los gritos se escuchaban por todas partes. Los adultos corrían buscando refugio. Los niños no podían vocalizar lo que estaban viendo. Después de respirar y encontrar cobijo en sus padres, lograron describir la masacre de la que sobrevivieron 

El 24 de septiembre del 2000, un grupo aproximado de 30 ‘paras’ llegaron a Juan Frío, ubicado en Villa del Rosario, Norte de Santander, y mataron a seis personas. Las víctimas, un conductor de un bus intermunicipal y cinco campesinos de la zona, murieron frente a sus familiares y sus cuerpos fueron abandonados en las calles. Esta masacre ocurrió un año después de que los paramilitares llegaron a la región del Catatumbo en 1999 desde Urabá. En el informe Paramilitarismo, balance del CNMH al esclarecimiento histórico elaborado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, se explica que los ‘paras’ fueron enviados por Vicente y Carlos Castaño para apoderarse del control del narcotráfico que tenía la guerrilla en el departamento.

El 10 de octubre del 2008, Jorge Iván Laverde, alias ‘El Iguano’, comandante del Frente Fronteras, escuadrón paramilitar radicado en Cúcuta, confesó ante la Fiscalía que en 2001 sus hombres incineraron 98 cadáveres en unos trapiches ubicados en Juan Frío que fueron transformados por los paramilitares en hornos crematorios. Laverde dijo que hicieron esto para evitar que las autoridades encontraran las fosas comunes en donde habían enterrado los cuerpos de sus víctimas. Además, en la finca Pacolandia, ubicada en el corregimiento de Banco de Arena, en Puerto Santander, Norte de Santander, también se construyó otro horno. Laverde se estableció en Pacolandia mientras fue comandante del Frente Fronteras. 

En el libro Me hablarás del fuego, el periodista Javier Osuna explica que por lo menos 560 personas fueron incineradas. Osuna le contó a Rutas del Conflicto que ha habido problemas en la forma en como se ha comunicado el trabajo que realizó la UBPD en Juan Frío. “No se trata de unos nuevos hornos. La Unidad de Búsqueda intervino el mismo predio del que se ha hablado desde 2008. No se trata de un hallazgo sino de una respuesta tardía del Estado ante un crímen de lesa humanidad del que se tiene conocimiento desde hace años”, cuenta el periodista.

Juan Frío está ubicado al límite de la frontera colombo-venezolana, solo el río Táchira separa al corregimiento de San Antonio del Táchira, Venezuela. La gente en Norte de Santander solía ir a Juan Frío a comer pescado, pero tras la entrada del paramilitarismo y sobre todo después de que se supiera que estaban incinerando personas en lo que se conoció como los hornos crematorios de Juan Frío nada volvió a ser igual. “A pesar de que en Villa del Rosario era vox populi lo que ocurría, las autoridades no investigaron nada. Fue hasta que los ‘paras’ comenzaron a hablar de eso en Justicia y Paz que ya no se pudo ocultar”, comenta Jhon Jácome, periodista que investigó por años el paramilitarismo en Norte de Santander mientras trabajaba en La Opinión, medio de comunicación de Cúcuta.

“Juan Frío se convirtió en la oficina de ellos. Después de que nos enteramos de cómo desaparecieron a la gente en los hornos y en el río Táchira fue muy complejo volver a vivir igual. Caminar por los cerros y acordarse que allí incineraron personas o ir a bañarse al río y saber que allí arrojaron restos humanos fue realmente duro”, comenta Ruth Cotamo, lideresa del corregimiento que ha estado al frente de procesos de acompañamiento psicosocial que han realizado la Unidad para las Víctimas y la Comisión de la Verdad.

Desde el 2013, la comunidad de Juan Frío fue reconocida como sujeto de reparación colectiva por la Unidad para las Víctimas y tras esto se ha llevado a cabo un proceso social para que el corregimiento deje de ser estigmatizado. “Han surgido grupos juveniles musicales y de literatura para homenajear a las víctimas, pero también para hacer catarsis y lograr expresar todo el dolor a través del arte”, cuenta Ruth. 

Las víctimas siguen buscando a sus seres queridos

Cuando se enteró de que supuestamente habían asesinado a su hijo, Emilia sintió que no podía respirar. Angustiada, le preguntó a su hija que cómo estaba tan segura de eso. Ella le respondió que se lo dijo un señor que era ‘paraco’. Sin pensarlo dos veces fue en busca del comandante paramilitar de la zona para preguntarle qué había pasado con su hijo, pero este no le contestó.

Le han dicho que han visto a su hijo trabajando en Cúcuta, en San Cristóbal, Venezuela, pero ella sabe que esos comentarios son mentira porque si él estuviera vivo y tan cerca no dudaría en ir a visitarla y contarle que está bien. Su hijo, Jorge Enrique Cotamo Coronado, tenía 24 años y desapareció el 28 de septiembre del 2004. Emilia lo buscó en San Cristóbal, San Antonio, Villa del Rosario y Cúcuta, en cualquier lugar en donde le decían que podía hallar una pista.

 

Laverde dijo en una audiencia de Justicia y Paz que si una persona desapareció durante los años en que los hornos crematorios estuvieron activos probablemente nunca iba a ser encontrada. Emilia cuenta que lo dicho por ‘El Iguano’ fue un golpe muy fuerte para las víctimas, pero aun así siguen buscando a sus familiares y conformaron un grupo llamado Tejedores y Tejedoras para reconstruir el tejido social de Juan Frío. 

En medio del dolor, la escritura ha sido una aliada de Emilia en el proceso de sanación. Unas estrofas escritas por ella han significado dejar plasmado en papel una tristeza de años que no se olvida, pero se aprende a convivir con ella, dice Emilia. Escribir le permitió redireccionar su sufrimiento y convertirlo en un símbolo de resistencia frente a lo sucedido.

Para cada una de las víctimas, Emilia escribió estas estrofas sobre Juan Frío porque después de tantos años lo único que desea es sanar y perdonar.

“Juan Frío,

un caserío pequeño,

 pero muy acogedor, 

cuando llegamos aquí, 

tenía un clima mejor. 

Hoy queremos perdonar, 

no queremos recordar, 

lo que un día pasó que fue de inmenso dolor. 

Un domingo muy alegre cuando muchos celebraban, 

todo se hizo confusión por los hombres que llegaban. 

Parecía un enjambre de abejas asustadas,

 los del caserío corrían, gritaban y lloraban

 mientras que los hombres que llegaron solo reían y mataban. 

Fue un milagro de mi Dios,

estoy muy agradecida porque nos dio protección y también nos salvó la vida. 

Sin Dios no podemos hacer nada, 

él es nuestro amparo y fortaleza, 

el único capaz de quitar la ignorancia del hombre y convertirla en piedad, 

esperanza, amor, perdón y paz”. 

Fragmento de Un Gran Tesoro, el libro de poesía hecho por Emilia.

 

 

Actualizado el: Mar, 10/10/2023 - 13:03