No enseñar a mentir

Fábricas de ‘URL’ y de sensacionalismo disfrazado de investigación. A eso se ha reducido un amplio sector del periodismo, especialmente el de grandes medios de comunicación, que buscan ser virales a toda costa. Para este entorno laboral ya no se necesitan reporteros que duden de las fuentes oficiales, que busquen diversas voces para contar una historia, que tengan el menor sentido de la ética.

Por: Óscar Parra, director de Rutas del Conflicto.

Fábricas de ‘URL’ y de sensacionalismo disfrazado de investigación. A eso se ha reducido un amplio sector del periodismo, especialmente el de grandes medios de comunicación, que buscan ser virales a toda costa. Para este entorno laboral ya no se necesitan reporteros que duden de las fuentes oficiales, que busquen diversas voces para contar una historia, que tengan el menor sentido de la ética.

Son dos recetas que no fallan: producir tanta información como la audiencia pueda consumir de un tema de interés momentáneo, aunque irrelevante, o saciar los prejuicios sociales y políticos más oscuros a punta de mentiras o ‘testimonios explosivos’ que no tienen ningún tipo de respaldo. Luego vienen los millones de usuarios, los clics, las bodegas y las redes sociales que se frotan las manos con la viralidad.

No sé si en algún momento los pénsum de periodismo cambien, si lo que comenzarán a formar las universidades será a ‘productores de contenido’ con cuotas mínimas de noticias al día que garanticen un alto tráfico de audiencia. O dóciles reporteros que descubran minas de indignación a cualquier precio y le vendan el alma a la mentira a cambio de fama y poder.

Es muy difícil ver a la cara a los estudiantes de periodismo en estos días. Todo lo que ofrece este entorno de producir contenido tiene un fuerte problema de abuso laboral, que además, terminará por prescindir de la mayoría de redactores. Recién graduados, mal pagos, pasan sus jornadas escribiendo decenas de notas de tres o cuatro párrafos sin ninguna fuente, con un titular para redes sociales que ni siquiera tiene que ver con el texto. Pronto la inteligencia artificial los dejará sin trabajo. 

He escuchado a muchos egresados cansados y desencantados de lo que ahora les ofrecen estos medios. Y sí, hay que hablar en plural, porque no se puede hablar únicamente de Semana, que se ha convertido en un ‘estándar’ para señalar estas malas prácticas. En su afán por ser parte del imparable tren de la coyuntura, por la obsesión de la viralidad, varios medios han ido recorriendo caminos similares.

Es un lugar común decir que la gente ya no cree en el periodismo y que el responsable de ese descrédito es la misma prensa, pero las cifras de tráfico muestran a unas audiencias voraces que consumen masivamente el contenido que quieren, que les ofrecen los mismos medios que tanto se critican. Ese mismo contenido que les refuerza sus sesgos, sus prejuicios, que les entrega toneladas de información vacía y que llena las horas viendo sus celulares.

Afortunadamente queda un reducto en el oficio que insiste en el rigor. Aunque lejos de las cifras de tráfico con millones de usuarios únicos, decenas de medios alternativos hacen muy buen periodismo en Colombia, al igual que varios reporteros de grandes medios, que reman en contra de una corriente cada vez más fuerte. Por eso, y a pesar de todo, es importante insistir desde las aulas de las universidades en las buenas prácticas, en cuidar al periodismo, pero también en cuidar al periodista, en su entorno laboral. No permitir que esta ‘industria’ lo convierta en un dispensador de información sin valor para la sociedad.

Actualizado el: Dom, 10/01/2023 - 10:29